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Ese momento del día en el que el sol se derrite sobre el horizonte y el mar, muriendo el atardecer de color rosa, emana aromas que bailan entre la realidad y el mundo de los sueños. Un cielo de fresa se desvanece con las suaves olas... en ese momento, parece un mar de pétalos de peonía bailando para terminar su hechizo acariciando la suave y aterciopelada arena del fondo almizclado.