Por muchas ganas que tengamos de esquiar, el frío, el viento y los rayos UV suponen un estrés para nuestra piel. Cuanto más nos acercamos a las cumbres de las montañas, mayor es la exposición a los rayos solares. Además, la nieve refleja cerca del 90% de los rayos solares. Por lo tanto, para todos los esquiadores es imprescindible un alto nivel de protección solar y una rutina de cuidado de la piel bien coordinada.