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En ese momento no estaba al tanto de las verdades que me dijiste, no entendía esas conversaciones de los domingos por la tarde en los naranjales, tu obsesión por arrancar la ramita más verde y colocarla entre tus labios mientras me hablabas de envejecer. A lo largo de los años he comprendido que estábamos forjando juntos nuestro camino y nuestra esencia.