En dermatología, la piel grasa se denomina «seborrea». Para ser más exactos, se trata de un estado graso y húmedo de la piel que se caracteriza por una mayor producción de sebo y sudor. La piel grasa y húmeda es más gruesa, lo que la hace más robusta y menos sensible. Al mismo tiempo, la piel grasa y húmeda tiene un brillo intenso y los poros dilatados. A menudo, aparecen puntos negros y, si se da cierta predisposición, también puede derivar en acné.
La piel grasa suele aparecer por primera vez durante la pubertad: alrededor del 20-30 % de los jóvenes tienen la piel grasa. Esto se debe a que las glándulas sebáceas de la piel funcionan a pleno rendimiento bajo la influencia de las hormonas sexuales.
La piel grasa es un término genérico para las pieles caracterizadas por una mayor producción de sebo. Sin embargo, puede haber una gran diferencia en cómo se manifiesta y en el consiguiente estado de la piel, por lo que a menudo se utilizan los siguientes términos:
En el caso de las pieles grasas, lo más importante es eliminar el exceso de sebo suavemente y sin provocar irritación. Además, también hay que tratar las afecciones cutáneas que puedan acompañar a la piel grasa: reducir las espinillas, evitar la inflamación, aportar hidratación o estabilizar la barrera cutánea.
Limpieza de la piel grasa
Al contrario de lo que ocurre con la piel normal y seca, la piel grasa va produciendo aún más grasa a lo largo del día y de la noche. Esto no tiene nada que ver con una falta de higiene, sino con la elevada producción de las glándulas sebáceas. Por eso, lavar la piel mucho y de forma intensiva no es especialmente útil con la piel grasa.
Si tienes la piel grasa, te recomendamos lavarte la cara cada mañana y noche con un limpiador suave que elimine el exceso de grasa de la piel sin irritarla. Es importante que la limpieza no sea demasiado intensa. Si la piel está muy lisa y tirante tras la limpieza, quiere decir que ha sido demasiado intensa y puede llegar a tener consecuencias negativas a largo plazo: es posible que la piel genere aún más grasa o que se eliminen los lípidos de la piel al lavarla. Esto último puede derivar en una piel grasa-seca (explicada anteriormente).
Para la limpieza de la piel grasa, apuesta por productos limpiadores suaves, aunque efectivos, y con pH neutro. Por ejemplo, son recomendables los geles de limpieza, las lociones de limpieza o el agua micelar (esta última es imprescindible aclararla con agua después de utilizarla).
En las pieles grasas, el uso de exfoliantes químicos puede mejorar el estado de la piel. Estos productos eliminan las células muertas de la superficie de la piel sin producir una irritación física y evitan así la obstrucción de los poros (ácido glicólico o ácido láctico). Además, algunos productos exfoliantes tienen un efecto antiinflamatorio, por lo que se producen menos granos e imperfecciones (ácido salicílico y ácido mandélico). Gracias a sus propiedades liposolubles, los exfoliantes con ácido salicílico penetran hasta los poros y limpian los poros obstruidos.
Consejos para el uso de exfoliantes químicos en pieles grasas:
Las pieles grasas también necesitan hidratación, sobre todo en el caso de las pieles grasas-secas. Para ello, lo ideal es usar emulsiones, lociones ligeras y productos hidratantes. En muchas ocasiones, las cremas de cuidado intenso, las cremas de noche o los aceites nutritivos no son adecuados para la piel grasa.
La arcilla (también llamada arcilla medicinal) tiene propiedades clarificantes, antiinflamatorias y regeneradoras. Se puede utilizar pura, mezclando dos partes de arcilla en polvo con una parte de agua. Como alternativa, los fabricantes de cosméticos también ofrecen mascarillas tonificantes de arcilla listas para usar, que además contienen otras sustancias beneficiosas.
En función de las necesidades de la piel, las mascarillas con arcilla se pueden utilizar entre 1 y 2 veces por semana, ya que son un buen complemento para la rutina de cuidado: reducen los poros y absorben el exceso de grasa. Normalmente, las mascarillas con arcilla se dejan en la piel durante 20-30 minutos hasta que se secan por completo. A continuación, debes aclararlas y aplicar una crema hidratante, ya que la arcilla también puede resecar la piel, especialmente si se utilizan polvos de arcilla pura.
Por cierto: la arcilla medicinal es una arcilla que ha demostrado tener un efecto beneficioso para la salud y se administra bajo prescripción médica.
«Quien entiende cómo actúan las sustancias cosméticas, ya ha dado el primer paso para un cuidado efectivo de la piel», declara la doctora Sarah Schunter. Como bioquímica doctorada, descifra con placer las listas de ingredientes de los productos cosméticos, a menudo crípticas, explicando qué es lo que llevan y qué efecto tienen. Sarah señala convencida que con estos conocimientos se puede determinar el cuidado adecuado para cada tipo de piel y cada afección cutánea.