El cuidado de la piel puede calmar y aliviar diferentes afecciones y enfermedades de la piel. Sin embargo, si tienes una enfermedad cutánea o lo sospechas, siempre debe prevalecer el consejo de tu médico. Los dermatólogos y las dermatólogas son los únicos que pueden emitir diagnósticos médicos válidos y, en caso necesario, recomendar los tratamientos farmacológicos adecuados.
La cuperosis, en francés «rosa de cobre», es una afección cutánea no contagiosa que se manifiesta sobre todo en la cara. Las más afectadas por cuperosis son las mujeres con edades a partir de 30 años. Los síntomas iniciales incluyen leves enrojecimientos en la cara que pueden desaparecer.
Cuanto más dure la cuperosis, más durará la rojez. Además, en la zona de la nariz y las mejillas se hacen visibles finas venillas (vasos capilares) que se distinguen a través de la piel en colores que van del rojo al azulado. Dependiendo de la intensidad con que se manifieste la cuperosis en ese momento, se presentarán desde venillas aisladas hasta un entramado de vasos sanguíneos. En una fase posterior de la cuperosis, la piel también es considerablemente más sensible, lo que se manifiesta mediante una fuerte sequedad, sensación de tirantez, pinchazos, quemazón y picor. Todo ello provoca una alteración de la barrera cutánea, que hace que la piel sufra aun más.
La cuperosis es una afección cutánea que se hereda genéticamente. Como consecuencia de esta predisposición subyacente, el tejido conectivo de las personas afectadas presenta una cierta debilidad y no es tan vigoroso y resistente como debería.
Con la cuperosis, esta debilidad se manifiesta en el tejido conectivo de finos vasos sanguíneos (capilares). Como consecuencia, los vasos sanguíneos afectados se dilatan y pueden provocar congestión sanguínea. Sobre todo en la cara, en las mejillas y la nariz, estos vasos sanguíneos se hacen visibles en color rojo o azulado.
Dado que esta afección cutánea es de origen genético, la cuperosis no se puede curar o frenar por completo. No obstante, es posible mitigar la manifestación de la cuperosis o ralentizar su curso evitando los factores que puedan reforzarla:
Si detectas signos de una cuperosis en tu piel, además de una consulta dermatológica, puede ser de utilidad tener en cuenta los puntos mencionados anteriormente.
La piel afectada por cuperosis presenta, según la fase y duración de la afección, estas tres características principales: Tendencia al enrojecimiento, a la piel irritada y a una barrera cutánea debilitada. Con un cuidado de la piel adecuado se pueden abordar estos tres aspectos.
Las sustancias calmantes de la piel y antiinflamatorias pueden reducir, por ejemplo, el enrojecimiento de la piel. En este sentido son adecuados el pantenol, el bisabolol, la alantoína y determinados antioxidantes. Para mitigar los signos de una piel seca y con la barrera cutánea deteriorada, son adecuados los sérums, emulsiones, lociones y cremas que reparan y regeneran la barrera cutánea. Al mismo tiempo, estos productos no deben ser demasiado nutritivos. De lo contrario, podría producirse una acumulación de calor en la zona de la piel y esto no es óptimo para la venillas con tejido conectivo debilitado: el calor producido puede provocar que la cuperosis se dispare. Por lo tanto, no se te ocurra usar vaselina, cremas frías o cremas ricas en grasas, y utiliza en su lugar emulsiones y fluidos suaves.
Naturalmente, debes evitar sustancias irritantes como alcoholes, perfumes, fragancias o aceites esenciales. La clave en el caso de la cuperosis es un cuidado que no provoque irritaciones.
«Quien entiende cómo actúan las sustancias cosméticas, ya ha dado el primer paso para un cuidado efectivo de la piel», explica la doctora en bioquímica S. Schunter. Es doctora en bioquímica y le encanta desentrañar las listas de sustancias de los productos cosméticos, que a menudo son crípticas. Descubre qué es lo que llevan y qué efecto tienen. Señala convencida que con estos conocimientos se puede determinar el cuidado adecuado para cada tipo y estado de piel.