Al igual que los alimentos, los cosméticos también pueden estropearse. En determinadas circunstancias, los cosméticos se ponen «malos», ya que los microorganismos pueden multiplicarse en los frascos y tubos. Los conservantes impiden la multiplicación de gérmenes en los cosméticos. Un producto de belleza caducado suele reconocerse por un cambio de textura, olor o color. Por un lado, la fórmula pierde su efectividad y, por otro, los gérmenes o sus productos metabólicos perjudican la salud, ya que pueden provocar enfermedades o tener un efecto tóxico (venenoso).
Los conservantes prolongan la vida útil de los productos cosméticos gracias a su efecto antiséptico o inhibidor del crecimiento de los gérmenes. Cuando están abiertos, los productos cosméticos están sometidos a una exposición constante a los gérmenes. Los gérmenes del aire, de los dedos y de las brochas llegan a los recipientes, frascos y tubos. Los conservantes sirven para frenar la multiplicación de los microorganismos y proteger así la fórmula frente a un deterioro prematuro.
Los conservantes actúan de diferentes maneras en los cosméticos. Algunos de ellos atacan directamente a las células de los microorganismos, se depositan en las membranas celulares y alteran así el metabolismo de los gérmenes. De esta forma, impiden su crecimiento y multiplicación. Otros métodos de conservación generan condiciones de vida adversas para los gérmenes. El valor pH de la fórmula juega un papel decisivo, ya que la mayoría de los gérmenes se sienten más cómodos con valores entre 6 y 7,5. Unos valores pH superiores o inferiores se consideran «no aptos para los gérmenes». (Este principio de conservación también se conoce, por ejemplo, por el encurtido ácido de las verduras). La temperatura a la que se almacena el producto también influye. A temperaturas frescas, el crecimiento de los gérmenes tiende a ralentizarse, mientras que a temperaturas más cálidas los gérmenes se sienten bastante cómodos.
En cosmética, se utilizan exclusivamente conservantes que hayan sido aprobados por el reglamento sobre productos cosméticos. La lista de conservantes del reglamento sobre productos cosméticos no solo indica qué sustancias se pueden utilizar, sino que también indica los límites de concentración y las limitaciones de uso. Por ejemplo, algunos conservantes son aptos para su uso en cremas y champús, pero no en pastas de dientes o enjuagues bucales. La concentración de uso máxima indicada se basa en diversos estudios de tolerancia e informes toxicológicos. Además de los conservantes para cosméticos enumerados en la lista, también hay un gran número de sustancias que tienen un gran potencial de conservación como efecto secundario. Por ejemplo, los aceites esenciales de anís o tomillo pueden favorecer de forma natural a la conservación de los cosméticos.
Los gérmenes necesitan agua para poder multiplicarse. Casi todos los productos cosméticos contienen agua. Por lo general, para poder garantizar el tiempo de conservación es imprescindible el uso de conservantes. Las fórmulas sin agua, como los aceites puros, son los únicos que no necesitan conservantes Estos pueden seguir estropeándose, pero no será debido a la proliferación de microorganismos, sino a que las grasas se vuelven rancias.
Los productos con un alto contenido de alcohol tampoco necesitan por lo general una conservación adicional. El agente más conocido, el etanol, tiene un efecto conservante a partir de una concentración de uso de entre el 15 y el 20 %. Además, los cosméticos con valores de pH extremos suelen prescindir de los conservantes. No obstante, como estos valores de pH extremos no son muy respetuosos con la piel (el pH de la piel es de 5,5), dichos productos son bastante difíciles de encontrar. Los productos para la permanente, las cremas depilatorias (pH: 8 a 9) y los exfoliantes con ácidos de frutas potentes (pH: 3 a 4) constituyen la excepción en este caso.
Los parabenos, que se utilizan en la cosmética por su efecto antimicrobiano, son de gran importancia para la industria. Por un lado, los parabenos tienen un amplio espectro de acción (es decir, actúan contra un gran número de gérmenes diferentes). Por otro lado, son económicos, fáciles de utilizar y tienen un efecto fiable contra las bacterias, hongos y demás. Además, la piel los tolera muy bien. La lista de parabenos que se pueden utilizar en la cosmética incluye el etilparabeno, el metilparabeno, el propilparabeno y el butilparabeno.
En los últimos años, los parabenos en los cosméticos han caído en descrédito: se dice que tienen un efecto similar al de las hormonas, lo que influye en el equilibrio hormonal de los seres humanos y podría afectarlo negativamente. Hasta ahora, esta presunción no ha podido ser investigada lo suficiente. Debido a la falta de datos, en 2014 se prohibió el uso de los siguientes parabenos, que hasta entonces estaban permitidos: isopropilparabeno, isobutilparabeno, pentilparabeno, bencilparabeno y fenilparabeno. En el caso del propilparabeno y del butilparabeno, se redujo la concentración de uso máxima permitida.
De acuerdo con un comunicado del Gobierno de Alemania para la evaluación de riesgos, los parabenos permitidos no representan ningún riesgo para la salud siempre que se respeten los límites de concentración máximos autorizados. Diversos estudios han demostrado que, aunque existe un efecto hormonal similar al de las hormonas, éste depende en gran medida de la concentración de parabenos utilizada y que los resultados de la experimentación con animales no se pueden trasladar por completo a las personas. No obstante, muchos consumidores siguen desconfiando del uso de parabenos.
A menudo, los parabenos también se utilizan en combinación con el conservante fenoxietanol, lo que favorece la acción antimicrobiana de los parabenos. El fenoxietanol también puede utilizarse por separado en la cosmética o en combinación con otros conservantes.
Como alternativa a los parabenos, muchos fabricantes también apuestan por el uso de la metilisotiazolinona (MIT). Sin embargo, este conservante, que también es muy eficaz, provoca reacciones alérgicas en muchas personas. Por tanto, la Asociación de Perfumería y Cosmética Europea recomendó que el uso de la MIT se limitara a productos que no permanecieran en la piel durante mucho tiempo, como el champú y el gel de ducha. Hasta ahora, la MIT se puede utilizar en todos los productos cosméticos hasta una concentración del 0,01 %.
Para quienes buscan cosméticos sin parabenos, lo más seguro es optar por la cosmética natural. La cosmética natural apuesta por una pequeña selección de conservantes idénticos a los naturales, algunos de los cuales pueden utilizarse también en los alimentos y se consideran inocuos. Como representantes de estos conservantes naturales están el benzoato de sodio, el sorbato de potasio, el ácido salicílico, el ácido bencílico y el ácido dehidroacético, que se encuentran de forma natural en numerosas frutas y plantas.
Además de los parabenos y los conservantes idénticos a los naturales, en la cosmética también se utilizan los denominados compuestos organohalogenados y los liberadores de formaldehídos. Los compuestos organohalogenados pueden reconocerse en la Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos (INCI) por partes de palabras como «clor», «yod» o «brom», pero a veces también se ocultan tras sinónimos. El uso de estos compuestos también es controvertido, ya que algunos de ellos tienen un alto potencial alergénico y se sospecha que son cancerígenos. Los representantes típicos de este grupo de sustancias son, por ejemplo, el triclosán, el climbazol, el yodopropinil, el butilcarbamato (IPBC), la clorfenesina, la clorhexidina y el bromoclorofeno.
Los liberadores de formaldehídos también tienen un efecto antimicrobiano en la cosmética. Este grupo de sustancias también provoca con frecuencia reacciones alérgicas y se sospecha que es perjudicial para la salud. No obstante, la tendencia de la industria cosmética muestra una disminución significativa del uso de liberadores de formaldehído en los últimos años. Por ejemplo, en la Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos (INCI) se encuentran los siguientes representantes: DMDM hidantoína, polyquaternium-15, diazolidinil urea, imidazolidinil urea, 2-bromo-2-nitropropano-1,3-diol, 5-bromo-5-nitro-1,3-dioxano, metildibromo glutaronitrilo, hexamidine diisethionate e hidroximetilglicinato de sodio.
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