Ingredientes exfoliantes
Ácido azelaico
El ácido azelaico combina propiedades calmantes y antioxidantes con un efecto exfoliante para conseguir una piel uniforme.
La dermatitis perioral se presenta en forma de una piel seca, enrojecida e irritada, sobre todo en la zona alrededor de la boca. Aquí te explicamos la mejor manera de cuidar tu piel en caso de presentar signos de una dermatitis perioral.
Información verificada y creada en colaboración con la doctora en bioquímica Sarah Schunter de Múnich.
El cuidado de la piel puede calmar y aliviar diferentes afecciones y enfermedades de la piel. Sin embargo, si tienes una enfermedad cutánea o lo sospechas, siempre debe prevalecer el consejo de tu médico. Los dermatólogos y las dermatólogas son los únicos que pueden emitir diagnósticos médicos válidos y, en caso necesario, recomendar los tratamientos farmacológicos adecuados.
La dermatitis perioral (DPO), también denominada enfermedad de las azafatas o peribucal, es una afección cutánea desagradable, pero no es peligrosa ni contagiosa. La piel afectada por DPO presenta una elevada sensibilidad frente a productos alimenticios y productos para el cuidado de la piel en las zonas afectadas. La DPO aparece con especial frecuencia alrededor de la boca y junto a las aletas de la nariz, aunque la zona de los ojos también puede verse parcialmente afectada.
Al principio, una dermatitis perioral se asemeja a una alergia por contacto. No obstante, a diferencia de las alergias, en el caso de la DPO, la irritación no la causa una sustancia determinada. La DPO se debe más bien a irritaciones físicoquímicas, por ejemplo, al uso intensivo de diferentes cremas, sérums, tratamientos, exfoliantes o protectores solares. En este contexto también se habla de que la DPO se produce por un «exceso de cuidado» de la piel.
Si aparece una dermatitis perioral por primera vez, es necesario que un/a profesional de la dermatología confirme la sospecha, ya que la DPO se puede diferenciar claramente de un acné, una rosácea o una alergia por contagio. En casos especialmente acusados de una DPO, los dermatólogos prescriben antibióticos para reducir la inflamación con más rapidez. No deben usarse cremas con cortisona. Aunque la cortisona produce un alivio rápido, este no es duradero. Al contrario: a largo plazo, la cortisona vuelve la piel más sensible de lo que ya está de por sí.
Por lo general, una vez diagnosticada la DPO, de ahí en adelante ya se puede detectar de forma autónoma. Y es que, lamentablemente, una DPO siempre puede volver a
Además de las posibilidades farmacológicas, sobre todo en la fase inicial, existe una sencilla medida: darle un descanso a la piel. Una especie de «dieta absoluta», es decir, puede llegar a ser necesario dejar todos los productos para el cuidado de la piel. Se recomienda mantener esta medida hasta que los síntomas hayan desaparecido por completo.
En ocasiones, la dieta absoluta recomendada para la DPO puede resultar molesta, pues la piel se seca y comienza a ponerse tirante. No obstante, y dentro de lo posible, durante ese tiempo deberían utilizarse tan pocos productos de cuidado como sea posible. Pueden transcurrir hasta 6 semanas hasta que la piel se haya recuperado, o incluso más. En caso necesario, un poco de cuidado puede procurar alivio, siempre que se tengan en cuenta las siguientes indicaciones:
En el caso de la dermatitis perioral se necesitan tiempo y paciencia. La piel se regenera lentamente de la irritación, aunque las rojeces y la inflamación terminan por curarse completamente. No obstante, una DPO puede volver a aparecer, sobre todo si se vuelve a caer demasiado pronto en el antiguo patrón de cuidado de la piel.
Por tanto, la rutina de cuidado de la piel debe retomarse tan lentamente como el propio proceso de curación. Se pueden ir incorporando los productos uno por uno en un espacio de tiempo de varios días y semanas: solo un producto tras otro y no demasiado de una sola vez, para poder observar la reacción de la piel. También puede ser útil analizar de forma crítica tu rutina de cuidado y tener en cuenta en el futuro los siguientes puntos para el cuidado de la piel:
La piel está enrojecida, sensible y aparecen pequeñas pústulas. Tanto en la rosácea como en la dermatitis perioral se observan estos síntomas en la piel. No obstante, en el caso de la DPO estos síntomas se manifiestan generalmente solo alrededor de la boca (una pequeña línea justo alrededor de la boca queda sin afectar) y la nariz. Por el contrario, en el caso de la rosácea, este tipo de alteraciones se dan en toda la cara, incluso parcialmente en la zona del escote.
El tiempo necesario para la curación completa de una DPO es diferente en cada caso. También depende de lo rápida y lo drásticamente que se eche el freno. Por lo general, cuanto antes detectes una DPO y pares el cuidado de tu piel, más rápido llegará la mejoría. No obstante, pueden pasar de 6 a 8 semanas o entre 1 y 2 ciclos de la piel hasta que se hayan curado por completo las irritaciones y la inflamación. En cualquier caso, no quedan cicatrices.
El primer punto de partida y el más importante es el comprender tu propia piel: ¿hasta qué punto conoces tu piel? ¿Es resistente o más bien sensible? ¿A qué reacciona y qué le sienta bien? ¡Ten en cuenta todo esto para el cuidado de tu piel!
En cualquier caso, el cuidado correcto de la piel (minimalista y no irritante) no es lo único decisivo para evitar una DPO. También pueden influir factores adicionales como el estilo de vida, el deporte o los hábitos alimenticios. Por ejemplo, el estrés, la falta de ejercicio o una alimentación desequilibrada y rica en azúcar también influyen a menudo en tu piel.
«Quien entiende cómo actúan las sustancias cosméticas, ya ha dado el primer paso para un cuidado efectivo de la piel», explica la doctora en bioquímica S. Schunter. Es doctora en bioquímica y le encanta desentrañar las listas de sustancias de los productos cosméticos, que a menudo son crípticas. Descubre qué es lo que llevan y qué efecto tienen. Señala convencida que con estos conocimientos se puede determinar el cuidado adecuado para cada tipo y estado de piel.
Bibliografía